La
palabra carozo es sinónimo de ciertas
semillas, especialmente las del durazno y la palta. En esta parte del mundo, en
la que los apodos resultan una difundida manera de señalar la familiaridad o proximidad
con una persona, esta palabra suele utilizarse como sobrenombre de los varones
pequeños. Sin embargo, como en el caso de nuestro juglar, muchos arrastran ese
apelativo por el resto de su existencia, llegando incluso a tener más
preponderancia que la misma identidad documentada por el registro civil. Karoso
Zuetta suele comentar con humor que la pregunta que más respondió en su vida de
músico es dónde y porqué aparece el nombre “Karoso”:
“Me resulta tan natural que me llamen así
que nunca cuestioné el asunto. Pero de tanto escuchar que me lo preguntaran, terminé
indagando a mi madre. – Es cosa de tu padre, me contestó y hacia él direccioné
la curiosidad transferida por la gente. Me contó “Luisito” (apodo de mi padre)
que en días de su juventud, cuando deambulaba trabajando en distintos
establecimientos de la zona sur de
Misiones, llegó a ser niñero de un varoncito de unos cinco años al que habían
apodado “Carozo”. Recuerda graciosamente que su cariño por la creatura fue tan
intenso que se prometió que, en caso de ser padre de un varón alguna vez, ese
sería el nombre con el que lo identificaría en la intimidad familiar. Así fue
como mi vida fue bautizada con el nombre de una semilla.”
Si
bien por esos años en la escuela los niños eran nombrados por sus apellidos, en
la familia y el barrio el apodo ganaba lugar día a día, incluso con cargadas y
chanzas. En el ámbito futbolero también se imponía el apellido, pero el apodo
esperaba agazapado que apareciera la carrera artística.
“Al momento de armar la campaña publicitaria
del primer concierto como autor (en 1983), apareció con más fuerza que nunca mi
apodo. Por una razón de automagen y porque mis nombres, Antonio y Virgilio, no
resultaban atractivos para tal fin (creo que ahora tampoco resultarían
interesantes, ja). Pero al momento de escribirlo en el borrador del afiche nos
encontramos con un gran inconveniente: Estaban en un punto muy alto de
popularidad televisiva dos títeres de nombre Carozo y Narizota. Entonces
decidimos cambiarle dos de sus consonantes para que conserve la sonoridad aunque quede escrito de otra manera: “Karoso”.
Para
la gente del lugar en donde Karoso inició su carrera artística (Oberá) el
nombre sonaba y se veía como originario del este europeo y tuvo aceptación.
Desde hace unos 15 años este nombre se convirtió en marca registrada y en su
“nombre de fantasía” legal ante S.A.D.A.y.C. y A.A.D.I. y C.A.P.I.F. Podemos
afirmar, sin temor de caer en yerros, que la identidad real y efectiva de
nuestro juglar es KAROSO ZUETTA.