Quienes conocen y disfrutan de la cotidiana lucha por la existencia y todos los avatares mundanales que se desatan a partir de la humana necesidad de respirar motivaciones que le pongan sal a la vida, afirman que en el fondo de todas las ambiciones humanas subyace inalterable el apetito de gloria. Ni la fama, ni el dinero, ni el poder, ni el cumplimiento de los más secretos caprichos, pueden compararse al placer de sentirse glorioso, al sencillo acontecimiento de sentir que al menos por unos segundos caminamos coronados de laureles.
Imagino a los grandes guerreros ingresando victoriosos en la última ciudad de la resistencia, recuerdo a los jugadores de fútbol de Estudiantes de la Plata regresando a Argentina con la copa mundial de clubes o supongo a Beethoven presentando al Novena Sinfonía pero sigo afirmando que la gloria más pura es el más subjetivos de los placeres y a esto se debe a que desde los más encumbrados seres humanos hasta los más humillados todos sabemos con certeza de qué se trata cuando alguien dice “gloria”.
A diferencia de muchos que no se atreven a manifestarlo abiertamente yo me confieso un buscador de gloria, entiéndase: un obsesivo perseguidor de momentos gloriosos. En estos 48 años que llevo girando alrededor del sol sobre este planeta que también gira sobre sí mismo, en varias ocasiones disfruté de la inconfundible miel de la gloria, nunca como un chaparrón, mucho menos que una llovizna, sino en mínimas gotitas de lágrimas vertidas en momentos de desbordante felicidad.
Ayer, gracias a la música y a la gente que cree en las bondades de la cultura, con Nerina tuvimos la oportunidad de bebernos unas gotitas de gloria: Sucedió en una escuela de Santa Rita, Misiones, en la que presentamos una canción dedicada al aniversario 75 de la escuela 239. Algunos de sus maestros me habían pedido que les escribiera una canción alegórica a esa celebración. Primero escribí la letra y una melodía con ritmo de ranchera, pero al consultar con los docentes, aprobaron toda la parte literaria pero me pidieron que buscara un ritmo más rápido y motivador de masas. Recurrí a la polkita rural y con la grabación del tema realizada con Osvaldo de la Fuente y Pico Núñez, llegamos hasta la escuela para mostrarla directamente a los niños e intentar cantar con ellos la nueva canción. A partir de este momento me remito a mostrar este video mínimo y vaya el mismo como un intento de compartir con estas gotitas de gloria.
Imagino a los grandes guerreros ingresando victoriosos en la última ciudad de la resistencia, recuerdo a los jugadores de fútbol de Estudiantes de la Plata regresando a Argentina con la copa mundial de clubes o supongo a Beethoven presentando al Novena Sinfonía pero sigo afirmando que la gloria más pura es el más subjetivos de los placeres y a esto se debe a que desde los más encumbrados seres humanos hasta los más humillados todos sabemos con certeza de qué se trata cuando alguien dice “gloria”.
A diferencia de muchos que no se atreven a manifestarlo abiertamente yo me confieso un buscador de gloria, entiéndase: un obsesivo perseguidor de momentos gloriosos. En estos 48 años que llevo girando alrededor del sol sobre este planeta que también gira sobre sí mismo, en varias ocasiones disfruté de la inconfundible miel de la gloria, nunca como un chaparrón, mucho menos que una llovizna, sino en mínimas gotitas de lágrimas vertidas en momentos de desbordante felicidad.
Ayer, gracias a la música y a la gente que cree en las bondades de la cultura, con Nerina tuvimos la oportunidad de bebernos unas gotitas de gloria: Sucedió en una escuela de Santa Rita, Misiones, en la que presentamos una canción dedicada al aniversario 75 de la escuela 239. Algunos de sus maestros me habían pedido que les escribiera una canción alegórica a esa celebración. Primero escribí la letra y una melodía con ritmo de ranchera, pero al consultar con los docentes, aprobaron toda la parte literaria pero me pidieron que buscara un ritmo más rápido y motivador de masas. Recurrí a la polkita rural y con la grabación del tema realizada con Osvaldo de la Fuente y Pico Núñez, llegamos hasta la escuela para mostrarla directamente a los niños e intentar cantar con ellos la nueva canción. A partir de este momento me remito a mostrar este video mínimo y vaya el mismo como un intento de compartir con estas gotitas de gloria.